Durante la década de 1980 aparecerían, en las pá-
ginas de la revista infantil Meridianito, las aventuras
de El Guardián de Juan Medina, historia ambientada
en la Caracas del siglo xxi (figura 4). El Guardián,
además de ser un medio didáctico para enseñar al
lector sobre astronomía, geología y otras ciencias
en general, luchaba contra las amenazas extraterrestres
de Dar Krimen, quien intentaba conquistar
el postapocalíptico “Valle de los Desesperados”.
En los encabezados de cada aventura se apreciaba
una vista general de la ciudad, dominada por las
torres del Parque Central, el Centro “Simón Bolí-
var”, el edificio de La Previsora y con El Ávila como
telón de fondo, todos hitos de la imagen urbana de
la ciudad capital.
Entre 1992 y 1993 fue creado El Patriota de Omar
Cruz (figura 5), también autor de El Ranchito (1989-
2003), personaje del populoso sector de Catia, uno
de los barrios más pobres de Caracas, que representa
a un superhéroe indestructible que combatía
las fuerzas oscuras de la oligarquía, armado sólo
con un bate de béisbol (en referencia al beisbolista
venezolano Andrés Galárraga) y vestido con mallas,
capa, playera ajustada sin mangas y una máscara
que sólo deja ver la barbilla. El personaje hace justicia
por propia mano, pues en la historieta está por
encima de las autoridades responsables de impartir
justicia (Sánchez 2004). Como cualquier típico hé-
roe del arte secuencial, posee un alter ego a fin de
ocultar su identidad real: técnico en computación
que decidió tomar la justicia en sus manos a raíz del
asesinato de su esposa e hijo durante un asalto a
mano armada.
Con la llegada del nuevo milenio aparecerían otros
personajes como La Yuleizi de Jesús Torrealba,
una nueva especie de heroína urbana latinoamericana
sin súper poderes ni antifaz, estereotipo de
las chicas venezolanas de bajos recursos, “una
amazona a tiempo completo y como tal pelea con
rateros, huelepegas, sádicos, gozones, piedreros,…
e incluso policías matraqueros” (Torrealba
2005, pp. 23-24).
Esto marca un cambio profundo en el perfil de los
villanos, pues ya no son las amenazas extraterrestres
con súper poderes ni el crimen organizado,
sino una representación de los peligros a que se
enfrentan día a día los ciudadanos, y de los héroes
de la ciudad, personas comunes y corrientes como
cualquier caraqueño más. Merece particular atención
la presentación de la heroína Yuleizi (figura 6),
en la cual se puede ver al fondo la Torre La Previsora
y El Ávila con su inconfundible Hotel Humboldt.
Cabe señalar, que según cifras del Instituto de
Investigaciones de Convivencia y Seguridad
Ciudadana (Incosec), en 2009 se reportaron en